miércoles, 3 de octubre de 2007

Patricia y su diario



Mientras intentaba poner en funcionamiento un Gps sin éxito alguno, he estado escuchando alguna de esas lacrimógenas historias que se cuentan en El diario de Patricia, el programa favorito de mi madre, que presenta la vasca con cara de pelotari de mala hostia, Patricia Gaztañaga. En una de ellas, un tipo de mi edad iba a agradecer a sus abuelos todo el cariño que le han dado tras haber sido echado de casa por su padre (alcohólico) cuando le dijo que era gay. Cuando el chaval comenzó a llorar, recordé algo que decía Javier Marías en una entrevista que le hizo Juan Cruz (lo que trabaja este jambo). Ahora no hay pudor ante ciertas cosas, la gente sale a contar sus miserias, (y no me refiero a la homosexualidad, mi respeto hacia los homosexuales es absoluto) a llorar ante todo el mundo, a contar que tu padre es un borracho hijo de puta que te echó de casa porque eres homosexual y él no te respeta. Ahora se premia eso de ser "auténtico" signifique lo que signifique. ¿Por qué?, eso es algo que aún no he comprendido.

7 comentarios:

Diego Fernández Magdaleno dijo...

Bochornoso...

MORGANA dijo...

Hay una oferta de esos programas porque existe la demanda, es algo obvio, lo mejor, no ver la tv.
A que te suena Morgana?

No.me.pises.que.llevo.chanclas. dijo...

Me parece una vergüenza andar contando cosas personales x TV... da un poco de pena y lástima...
un beso

Pablo A. Fernández Magdaleno dijo...

Ya te digo. Hemos perdido el pudor
Un abrazo. À demain

JOAN GONZÁLEZ_MIRATGES dijo...

Hola,es lo que hay, apaga y vamonos...

salut

joan

nerea dijo...

La verdad es que no entendiendo ni nunca entendere como la gente sale a contar sus intimidades para que todo el mundo las oiga... yo no sería capaz, para eso tengo a mis amigos si lo que quiero es desahogarme...

Eso sí, la mitad de esas historias son mentiras. Son actores contratadaos.

Besicos!

Noemí Pastor dijo...

Pues a mí me han contado historias así, o peores, perfectos desconocidos recién topados en un bar y estimulados por la ingesta de alcohol. En la tele tienen otros estímulos igual de válidos. Se apaga la tele y se acaba el problema. Con otros problemas desgraciadamente no sucede lo mismo.