Hace un rato cuando leía un libro de tapas duras, de esas que cuando está abierto (sobre todo por la parte central) forman una especie de hueco entre ellas y las páginas acordonadas. Mientras, como decía, leía tranquilamente el libro en cuestión, una mosca no paraba de zumbar a mi alrededor. Cuando se volvió insoportable, me dispuse a acabar con ella de la única forma que conozco: destrozándola con lo que sea, en este caso un periódico. La mosca al verme en posición de ataque, se metió en ese hueco o en este caso túnel diminuto que conforman las tapas del libro.Y como si de un preso que escapa de la cárcel se tratase, la mosca se encaminó con ligereza hacia el otro extremo del túnel (imagino que buscando una libertad que en cualquier caso siempre había sido suya). Mientras la miraba desfilar hacia la salida, comprendí que yo no era nadie para acabar con los días de esa mosca. Abrí la ventana y cuando sintió un leve viento sobre sus translúcidas y frágiles alas, voló hacia la libertad.
jueves, 18 de septiembre de 2008
La mosca y la libertad
Hace un rato cuando leía un libro de tapas duras, de esas que cuando está abierto (sobre todo por la parte central) forman una especie de hueco entre ellas y las páginas acordonadas. Mientras, como decía, leía tranquilamente el libro en cuestión, una mosca no paraba de zumbar a mi alrededor. Cuando se volvió insoportable, me dispuse a acabar con ella de la única forma que conozco: destrozándola con lo que sea, en este caso un periódico. La mosca al verme en posición de ataque, se metió en ese hueco o en este caso túnel diminuto que conforman las tapas del libro.Y como si de un preso que escapa de la cárcel se tratase, la mosca se encaminó con ligereza hacia el otro extremo del túnel (imagino que buscando una libertad que en cualquier caso siempre había sido suya). Mientras la miraba desfilar hacia la salida, comprendí que yo no era nadie para acabar con los días de esa mosca. Abrí la ventana y cuando sintió un leve viento sobre sus translúcidas y frágiles alas, voló hacia la libertad.
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5 comentarios:
Vas a alcanzar a Francisco de Asís...
Besos,
Diego
Entiendo la magnifica descripción del contexto, me parece admirable el detallismo al analizar la encuadernación de la obra, aprecio la estrategia desplegada para acabar con la intrusa, valoro ese reconocimiento de la libertad del bicho... Sólo desde estas premisas cabría justificar el que la dejaras partir. Y que creo entender se debe al deseo de no manchar paredes, libro ni periódico. Pero en absoluto a la pretensión de evitar la desaparición de un insecto incordión y repugnante.
Un abrazo
Pienso lo mismo que Fernando pero, por supuesto, no lo podría expresar con la gracia y elegancia que lo hace él... Besotes, M.
¿Para cuándo una agrupación de amigos de la mosca? Habrá que robarles primero el Rainbow Warrior a los de Greenpeace...
Un abrazo
Jajaja...
A mi me ha pasado eso a veces también. Y creo que es de Julio César una frase que yo le decía a la mosca cuando la soltaba: "Muchos tienen el poder de quitar una vida pero muy pocos tienen rango para poder salvarla."
En fin, que paranoias...
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